domingo, 17 de diciembre de 2017

Nunca tantos debieron tanto a unos pocos : la Batalla de Inglaterra

“Never in the field of human conflict was so much owed by so many to so few” (“Nunca en el ámbito del conflicto humano tantos debieron tanto a tan pocos”)… Así resumía el carismático Primer Ministro Británico Winston Churchill la hazaña conseguida por los intrépidos pilotos de la Royal Air Force : detener la invasión nazi de Gran Bretaña en la mayor batalla aérea que se ha vivido hasta nuestros días, la Batalla de Inglaterra.





La Batalla de Inglaterra está considerada como la mayor campaña aérea de la Historia. No fue una única batalla en sí, sino una serie de incursiones o ataques masivos de la Luftwaffe sobre territorio inglés para destruir a su fuerza aérea, la RAF, con el objetivo de asegurar el paso de las tropas nazis a través del Canal de la Mancha.


Solos ante el Tercer Reich

En Julio de 1940, Alemania había conseguido virtualmente el control total del continente europeo, tras la rendición de Francia. El imparable avance de los nazis había obligado al alto mando británico a replegar y evacuar sus tropas de la British Expedionary Force (BEF) desde la playa de Dunkerque. Estas tropas habían desembarcado a finales de 1939 para lanzar una ataque conjunto y ayudar a Francia, en respuesta a la invasión de Polonia. Sin embargo, el implacable éxito de la campaña alemana en Bélgica y la maniobra de pinza magistralmente ejecutada por los generales nazis obligó a un repliegue muy acelerado de miles de tropas hacia dicha playa, dejando una cantidad inmensa de material bélico abandonado por el camino.

Esta evacuación o retirada, que a priori podría parecer una derrota, fue considerada como una victoria por los británicos, ya que habían conseguido salvar a cientos de miles de soldados experimentados que estaban totalmente acorralados en aquella playa.




La operación, conocida como Dinamo o “el milagro de Dunkerque”, no sólo pasó a la posteridad por su valor estratégico, sino por convertirse en un icono de la entereza ante la adversidad de los ingleses : aunque el grueso del rescate los realizaron los buques de la Royal Navy, lo más destacable de esta historia es que se sumaron más de 800 embarcaciones de propietarios particulares, que durante 7 días fueron usados por sus dueños o por reservistas que las”tomaron prestadas” sin previo aviso y se lanzaron al Canal de la Mancha para participar en aquél éxodo masivo de soldados.

En aquella semana, se salvaron más de 338.000 vidas de soldados ingleses, franceses y belgas, pese a las 5000 que cayeron en las playas de Dunkerque por los bombardeos nazis. Los historiadores siguen preguntándose, hoy por hoy, cómo es posible que Hitler cometiera el error de “perdonar” a los ingleses y no lanzara un ataque definitivo a gran escala contra aquellas tropas acorraladas, lo que le hubiera dado la victoria definitiva, aunque se manejan varias hipótesis. De todo ello hablaremos en la entrada sobre la magnífica película de Christopher Nolan "Dunkerque".



Sea como fuese, la situación era realmente desesperada para los ingleses, puesto que la Unión Soviética y Alemania habían firmado en agosto de 1939 el pacto de Ribbentrop-Molotov, por el que acordaron no atacarse mutuamente (y de paso repartirse el territorio de Polonia entre ambos). En estas circunstancias, Reino Unido pasaba a convertirse en la única potencia que continuaba luchando contra la Alemania nazi, y permanecería sola durante más de un año…

Así pues, Hitler y la Wehrmacht colocaron su punto de mira en las islas británicas. Pese a que el deseo y la esperanza de Hitler era que Gran Bretaña firmara la paz, la determinación de los anglosajones y, ante todo, la férrea postura del mítico primer ministro Winston Churchill de no rendirse, le llevaron a tomar la decisión de continuar la guerra contra los ingleses . Era el momento de centrar esfuerzos en la invasión y lanzar la Directiva número 16 : la Operación León Marino.


Winston Churchill


Preparando la invasión : La Operación León Marino


La clave del éxito de la invasión de Reino Unido se basaba, según la Wehrmacht, en conseguir la superioridad aérea. Esto era imprescindible para que los cazas de la RAF no pudieran atacar a las tropas del desembarco alemán que, en teoría, se produciría a través del Canal de la Mancha (un desembarco que, paradójicamente, sí se produjo a la inversa 4 años después, en el Día D…)

La flota británica era, en ese momento, la más poderosa del mundo (y lo siguió siendo hasta que Estados Unidos entró en la guerra…) y muy superior a la flota nazi. Buena prueba de ello fue la estrepitosa derrota del acorazado Bismarck de la Kriegsmarine, a manos de varios destructores ingleses de menor tamaño.Pero gran parte de la flota encontraba lejos del territorio británico, por lo que les llevaría tiempo alcanzar el canal. De esta forma, una vez destruida la mayoría de los aviones de la RAF, los cazas nazis podrían volar libremente por el canal y defender a las lanchas de desembarco y otras embarcaciones de los ataques de la marina británica.

Así pues, Hermann Goering, comandante supremo de la Luftwaffe y lugarteniente de Hitler, estaba plenamente convencido del éxito de su flota aérea, que hasta entonces había permanecido imbatible en las campañas de Polonia y Francia. Hasta el punto de prometer literalmente a Hitler que aplastaría a la RAF en cuestión de unos pocos días… y no le faltaba parte de razón, puesto que la RAF contaba con muchos menos aviones y no tenía el mismo potencial.

Las defensas británicas : el Radar y el Spitfire


Pero Inglaterra no iba a quedarse de brazos cruzados ante la amenaza de invasión anfibia. En un discurso que pasó a la Historia, Winston Churchil se dirigió a sus compatriotas asegurando que Inglaterra lucharía hasta el final en las playas, en los campos, en los aeródromos… “¡Nunca nos rendiremos!”, aseguraba con tono bíblico al final de su discurso.Los preparativos de defensa se iniciaron de forma inmediata. Pese a que el número de soldados y de piezas de artillería era claramente insuficiente frente al poderío alemán, se desplazó la mayor cantidad de efectivos a las costas.

En total, se llegaron a movilizar casi 1,5 millones de hombres para preparase contra la invasión.Se prohibió el uso de luces en las ciudades durante las noches, para evitar que los bombarderos pudieran distinguirlas desde el aire. Esta prohibición se hizo también extensible a los coches, que tenían que circular con las luces apagadas o atenuadas con alguna tela o similar, lo que terminó provocando cientos de accidentes mortales.

Los edificios de Londres y de las principales ciudades del sur se plagaron de sacos de arena para construir parapetos y proteger las ventanas y otras zonas sensibles, y las azoteas de los edificios principales se cubrieron de piezas de artillería antiaérea. Asimismo, las ciudades se llenaron de globos antiaéreos, que suspendían cables de acero a gran altura para que los aviones no pudieran pasar entre ellos.

Izquierda : Un vigía sobre los edificios de Londres. Derecha : un arma antiaérea Bofors

Un hangar de almacenamiento de globos antiaéreos. Se usaron miles durante la Segunda Guerra Mundial. Nótese que todo el personal es femenino.


Mientras tanto, los niños y los ancianos eran enviados a las ciudades del norte, como medida preventiva por el miedo al éxito del desembarco de los nazis. Miles de niños fueron separados de sus padres y enviados con familias de acogida (principalmente en granjas), algo que para ellos suponía una auténtica aventura, ajenos a lo que estaba a punto de ocurrir.

Se levantó también una milicia entre la población, a la que se le dio una instrucción básica y material bélico para defender las ciudades (principalmente armas de cuerpo a cuerpo). Sin embargo, la inferioridad numérica y de recursos de Inglaterra, en ese momento, iba a verse compensada por dos importantes adelantos tecnológicos:


El radar, inventado 5 años antes por Robert Wattson-Watt y que permitiría a los británicos conocer de antemano la llegada de las oleadas de aviones alemanes. Curiosamente, la intención inicial con la que fue creado el aparato de radar era lanzar un “rayo de la muerte” contra los pilotos enemigos, que sobrecalentara el aparato (y a su piloto) a temperaturas tan altas que pudieran derribarlo o desestabilizarlo. Cuando los ingenieros se convencieron de que este objetivo era imposible, cayeron en la cuenta de que podían detectar “perturbaciones” cuando los aviones volaban cercar de dichos dispositivos, naciendo así la idea y el enfoque de los radares actuales.




El Supermarine Spitfire, un caza interceptor diseñado poco tiempo antes del inicio de la guerra, y que gozaba de una gran maniobrabilidad y velocidad, cualidades clave para luchar contra los numerosos bombarderos que asediarían Inglaterra. Además, estaba mejor armado que los impresionantes Messerschmitt Bf-109 alemanes, lo que hizo que los pilotos de la Luftwaffe lo consideraran un auténtico mito. No obstante, hay que destacar que el Spitfire no fue, durante la batalla de Inglaterra, el caza más numeroso de la RAF : el caza Hawker Hurricane fue el que soportó, con un mayor numero de aparatos, el peso principal de frenar la invasión.





Operación Día del Águila : Hugh Dowding vs Hermann Goering


Hermann Goering, mariscal del Reich, había completado una campaña aérea impecable durante la invasión de Francia, y estaba plenamente convencido de que podría acabar con la Royal Air Force en menos de un mes, facilitando el camino para la invasión anfibia.

En julio de 1941, la Luftwaffe comenzó sus incursiones en el canal de la Mancha, atacando convoyes británicos y destruyendo baterías de defensa costeras, estaciones de radar, instalaciones industriales, puertos y sobre todo aeródromos británicos.Por suerte para los ingleses, las estaciones de radar no eran un blanco fácil, y además eran fáciles de reparar. La RAF ideó diversas formas de camuflar sus aviones (con telas y otros dispositivos), creó varios hangares de señuelo y reforzó la seguridad antibombas con estructuras de cemento.

En agosto, Goering contaba con tres “Luftflottes”, con bases en Noruega, Paises Bajos y Francia, que sumaban un total de 3600 aviones (1464 cazas Messerschmitt Bf-109 y Bf-110, 1380 bombarderos Dornier, Heinkel y Junker 88, y 428 Stukas, entre otros), mientras que Inglaterra sólo disponía de 504 cazas Spitfire y Hurricane. La RAF estaba liderada en aquel momento por el Mariscal en Jefe del Aire Sir Hugh Dowding, quien merece una reseña especial en esta entrada. Dowding no sólo fue un visionario que acertó reforzando las defensas costeras con la novedosa tecnología del radar y que potenció el uso de cazas muy potentes como el Spitfire y el Hurricane, sino que además supo ganarse e inspirar una lealtad incondicional a sus intrépidos pilotos (a quienes él llamaba “sus queridos muchachos del cuerpo de cazas”).

Sir Hugh Dowding

Dowding se había opuesto con todas sus fuerzas a continuar destinando cazas británicos para la defensa de Francia, puesto que sabía que tarde o temprano ésta caería en manos de los nazis, y que Gran Bretaña iba a necesitar todos los aparatos que la RAF pudiera reunir para defenderse de una invasión. Esta postura de Dowding (que resultaría clave en el desarrollo de la Batalla de Inglaterra) le costó fuertes críticas y discusiones acaloradas con Churchill, quien finalmente terminó cediendo a los consejos del Mariscal.

Otra de las grandes mejoras introducidas por Dowding fue la creación del “Mando de Caza de la RAF” (RAF Fighter Command). Se trataba básicamente de un nuevo organismo/mando aéreo que permitía controlar operativamente los distintos tipos de aviones con los que contaba la RAF : cazas, bombarderos, aviones de patrulla, de escolta.
Desde mucho antes de que comenzara la guerra, Dowding defendía la creación de un mando de cazas con frases como ésta : “«De qué nos sirven los bombardeos ofensivos si no podemos defender nuestras bases con cazas defensivos.»




En combinación con la cadena costera de “detección temprana” basada en el radar (que él mismo había impulsado), el mando de caza garantizaba que los aparatos de la RAF despegaran antes de que los cazas nazis llegaran a suelo  británico, evitando tener que mantener costosas patrullas aéreas de 24 horas sobre la costa, con escaso margen de reacción.El 15 de agosto de 1940 comenzó la Operación Día del Águila. Más de 1000 bombarderos y 700 cazas alemanes, provenientes de las bases de Noruega, Dinamarca y norte de Francia,  atacaron el sur de Inglaterra aquel día. Había comenzado la mayor campaña aérea de la Historia. No hubo zona en toda la costa sur inglesa en la que no pudieran divisarse los combates entre cazas.

Aquel día, el propio Churchill estaba en la sala de control del Mando de Cazas. Sobre la mesa de control, que simulaba un mapa, había decenas de piezas o marcadores que representaban las posiciones de los escuadrones de cazas amigos y enemigos sobre el terreno. También había un panel con bombillas, que representaba el estado de los escuadrones : una bombilla encendida simbolizaba un escuadrón en el aire; una apagada significaba que estaba en el aeródromo, listo para despegar. En el momento álgido de la batalla, llegó un momento en el que todas las bombillas estaban encendidas… la RAF tenía a todos sus pilotos en el aire…El saldo resultante del primer dia de la batalla fue demoledor : los alemanes perdieron un gran número de aviones, tantos que llegaron a bautizar el día como “Jueves Negro”; sin embargo,  la situación de los británicos no era mucho mejor, pues támbien habían sufrido muchas pérdidas, y la RAF contaba con menos pilotos. La escasez de pilotos sería el gran problema de Inglaterra durante los meses en los que se prolongó la batalla, compensada en parte por los voluntarios polacos y de otras nacionalidades que decidieron ayudar a los británicos a hacer frente a los nazis.

Se dice que el primer Ministro Churchill, tras contemplar él mismo la evolución de la batalla sobre el panel en el Mando de Cazas, abandonó la sala y se metió en su coche con el General Hastings Ismay. De camino a su residencia, Churchill le dijo : “General, no me diga nada… nunca he estado tan emocionado”.Poco tiempo después , el primer ministro pronunciaría su mitíca frase de agradeciemiento a los pilotos que estaban defendiendo Inglaterra : “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos…”

Escuadrilla de Hawker Hurricanes en formación de flecha

En los días posteriores, la Luftwaffe continuó su campaña, realizando bombardeos sin cesar y atacando aeródromos de la RAF con todos sus medios… no sólo morían pilotos en el aire. También perdieron la vida muchos mecánicos, ordenanzas, oficiales y mujeres voluntarias…


Pilotos de la RAF : diario de una batalla


El día a día de los pilotos británicos era realmente duro : se les despertaba antes del amanecer y desayunaban. A continuación, se vestían con el uniforme de vuelo y el paracaídas, y después se dedicaban a esperar, mientras amanecía… y entonces llegaba lo peor:  las incómodas y estresantes esperas… todos los pilotos resaltaban la terrible sensación de miedo durante esas largas esperas a la llegada de los cazas alemanes, con el miedo latente de que la alarma o la orden de despegar podía llegar en cualquier momento.Súbitamente sonaban los teléfonos de campaña con las órdenes de salida, y el consecuente grito de los mandos diciendo “¡Escuadrilla, todos a despegar!”… en ese momento todos los pilotos salían corriendo a sus cazas
El personal de tierra ayudaba a los pilotos a subir, realizaba las comprobaciones técnicas y, tras el encendido de motores, retiraban las cuñas de las ruedas para que éstos se dirigieran a las zonas de despegue.Tras el despegue, llegaba la búsqueda del enemigo. Mientras los cazas ganaban altitud, los pilotos comenzaban a girar sus cabezas de un lado a otro, buscando al enemigo. En aquel entonces los aviones aun no estaban dotados de radar ni mecanismos de detección (salvo el Bristol Beaufighter, que se desarrollaria varios meses despues), lo que obligaba a inspeccionar visualmente toda la zona para identificar al enemigo.

Cuando el mando de cazas identificaba al enemigo, se daba la señal por radio y los pilotos preparaban sus miras reflectoras : la única forma de sobrevivir era controlando el miedo.



Cuando los escuadrones alcanzaban las posiciones enemigas, la táctica era clara : lo primero era atacar a los bombarderos, antes de que los Messerschmitt Bf 109 se echaran encima. En escuadras combinadas (con varios tipos de aviones) los Hurricane, más lentos y menos versátiles, se encargaban de atacar a los bombarderos, mientras los Spitfire cubrían el ataca frente a los cazas nazis.La teoría era fácil, pero la práctica era un caos. Los pilotos novatos pronto comprobaron que las ametralladoras MG traseras de los bombarderos dificultaban mucho el aproximarse para derribarlos desde atrás, lo que obligaba a hacer giros desde posiciones más alejadas que permitieran encontrar el ángulo y enfilar mejor el aparato desde el lateral o el frontal para derribarlo.

Sin embargo, el “error” de concentrarse demasiado en enfocar el objetivo podía provocar que un caza enemigo se situara justo detrás y derribara el avión en pocos segundos. El hecho de ver las balas trazadoras pasando a escasos metros de la cabina podía provocar verdaderos ataques de pánico a algunos pilotos novatos.



Si las balas no alcanzaban directamente al piloto, podían destruir un ala o la cola ( haciendo que el avión cayera en barrena y de forma descontrolada) o impactar en el motor, provocando que se incendiara. En estas circunstancias, la única opción que le quedaba al piloto era saltar y abrir su paracaidas, siempre y cuando consiguiera abrir la escotilla, liberarse de los cinturones y colocar el avion en posicion inclinada o bocaabajo en pleno descenso… no todos tenían la pericia para conseguírlo.Aun así, los británicos estaban en clara ventaja si tenían que hacer un salto de emergencia, puesto que los nazis que se veían obligados a abandonar sus aviones caían en territorio enemigo o, en el peor caso, directamente en el Canal de la Mancha para morir ahogados… lo cual suponía un auténtico agobio psicológico para los chicos de la Luftwaffe.

Aquellos pilotos que sobrevivían a la batalla (muchos caían en su primer contacto enemigo) volvían de regreso al aeródromo, comían algo y descansaban sentados o tumbados a la espera de la siguiente salida, mientras el personal de tierra revisaba los aviones, los repostaba y recargaba munición.Así podían darse varias salidas al día, lo que hacía que los pilotos estuvieran extenuados continuamente, hasta el punto de quedarse dormidos mientras comían.


Cazas alemanes Messerschmitt Bf-109

La superioridad numérica de los alemanes estaba provocando que Inglaterra se estuviera quedando sin pilotos, obligando a acelerar el entrenamiento de los novatos en las academias y a su salida anticipada. La edad media de los pilotos ingleses no superaba los 22 años, aunque la gravedad de la inminente invasión nazi los hacía “madurar” y comportarse como auténticos héroes…  No obstante, supuso una gran ayuda el escuadrón de voluntarios polacos (deseosos de venganza tras la invasión de su pais) y de otras nacionalidades, que añadieron un importante grado de experiencia a la flota de la RAF.

La RAF derribaba más aviones nazis de los que perdía, pero no disponía de tantos cazas en sus reservas; por suerte, Churchill había ordenado aumentar la producción de aviones y estaba reponiendo las defensas a un ritmo mucho mayor de los que los alemanes habian calculado.Los alemanes, por su parte, a pesar de que estaban desgastando poco a poco y por superioridad a los ingleses, estaban viviendo un auténtico infierno. Los pilotos nazis no tenían turnos de rotación para descansar adecuadamente (por ordenes de Goering) por lo que el cansancio también hacía gran mella en ellos.Otro de los grandes problemas de la Luftwaffe fueron  las enormes distancias que debían recorrer los escuadrones. En muchas ocasiones, los cazas, con menor autonomía (combustible), se veían obligados a abandonar a los bombarderos a los que escoltaban y regresar a la base, abandonándolos a su suerte frente a los cazas británicos.



La batalla continuó desarrollándose de forma muy intensa hasta el día 24, en el que un error de bombardeo provocó que la guerra llegara a su punto de inflexión.

Londres y el Blitz : el sacrificio de la población civil


En la noche del 24 de agosto ocurrió un hecho que haría que se cambiaran las tornas. Una formación de más de 100 bombarderos nazis se desvió de su objetivo militar (aeródromos y campos de la RAF) y bombardeó por error varias zonas de Londres. Hasta ese momento se había respetado a la población civil, e incluso los alemanes presentaron sus disculpas por el hecho. Sin embargo, Churchill decidió emprender represalias contra la población civil de Alemania y ordenó un bombardeo sobre Berlín, para subir la moral británica. El bombardeo, en el que participaron 88 aparatos de la RAF, causó daños mínimos a la ciudad pero consiguió lo que perseguía : herir a Hitler en su orgullo.

Hitler, furioso y completamente fuera de sí por el “atrevimiento” inglés de atacar el corazón de Alemania,  ordenó a la Luftwaffe un cambio de estrategia radical para concentrarse en bombardear las ciudades británicas, especialmente Londres: había comenzado el Blitz , una estrategia de bombardeos continuos sobre suelo civil inglés para socavar la moral de la población y obligar a Reino Unido a rendirse.



Las primeras incursiones iban dirigidas directamente contra Londres; el 7 de Septiembre, más de 300 bombarderos, escoltados por casi 600 cazas, mataron a 436 personas e hirieron de forma indiscriminada a más de 1600. Los londinenses iban a soportar un auténtico calvario durante las semanas siguientes.Las defensas antiaéreas de la ciudad eran realmente pobres : solo 96 cañones AA estaban operativos, y las luces de los grandes focos de largo alcance no ayudaban demasiado. Los bombardeos (que siempre se producían al amparo de la noche, cuando los cazas británicos no podían ofrecer protección)  usaban una amplia cantidad de bombas incendiarias, buscando hacer el mayor daño posible al provocar extensos incendios por toda la urbe.



Los bomberos se convirtieron en auténticos héroes, poniendo en peligro sus vidas en medio de los bombardeos para evitar que los fuegos siguieran extendiéndose por las casas colindantes a las que habían sido alcanzadas por las bombas. Muchos perecieron tratando de salvar civiles.Aparte de los bomberos y los miles de voluntarios, también hubo algunos “pequeños héroes” que se sumaron a la búsqueda de supervivientes entre los escombros, como ya hablamos en nuestra entrada sobre la Medalla Dickin. No sólo Londres, sino otras muchas ciudades industriales como Coventry, Southampton, Birmingham, Liverpool, Bristol, Swindon, Plymouth, Cardiff, Mánchester, Sheffield y Portsmouth fueron objetivo de los bombardeos. Curiosamente, Oxford se libró de los ataques porque Hitler quería reservar esta ciudad como la futura capital británica nazi, si la invasión tenía éxito.El peor bombardeo tuvo lugar el 29 de Diciembre de 1941, donde la enorme extensión del incendio provocado hizo que la misma Catedral de San Pablo amaneciera rodeada por el fuego, dando lugar a una de las fotos más representativas de la resistencia británica :





Las calles se llenaron de voluntarios, hombres y mujeres, que se alistaban a los cuerpos de bomberos y enfermeros de la Cruz Roja para ayudar con la enorme cantidad de heridos. Los bombardeos siguieron prolongándose durante semanas, por lo que la población civil tuvo que buscar cobijo en las estaciones de metro, que se convirtieron en refugios antiaéreos improvisados.Las defensas antiaéreas a cargo del general Pile siguieron reforzándose duplicando el número de cañones. Los efectos reales no eran muy claros, pues la mayoría de los proyectiles no llegaban a alcanzar a los bombarderos, pero los pilotos podían ver la “cortina de fuego antiaéreo” delante y entre ellos, lo que provocaba que con frecuencia soltaran su carga sin fijar bien sus objetivos.

Sin embargo, había un factor estratégico detras del Blitz mucho más importante, que cambiaría el curso de la batalla de Inglaterra : gracias a que la Luftwaffe se estaba concentrando plenamente en bombardear las ciudades y obligar al gobierno inglés  a rendirse, la RAF había ganado tiempo para reorganizarse y aumentar su producción de aparatos.



Per Ardua ad Astra : A través de la Dificultad hacia las Estrellas


Así reza el lema del escudo de armas de la RAF, que a pesar de seguir siendo inferior en número de aviones a la Luftwaffe, había conseguido recuperarse gracias a los bombardeos sobre Londres y continuar plantándole cara a los alemanes.



Hitler continuó bombardeando Inglaterra con la operación del Blitz hasta mayo de 1941. Las continuas pérdidas que la RAF seguía inflingiendo a la Luftwaffe lo ponían aun más furioso, hecho que quedaba reflejado en la intensificación de los bombardeos contra la población civil.

La RAF consiguió paliar su escasez de pilotos con la incalculable ayuda de pilotos voluntarios provenientes de todo el Imperio Británico : Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda; a éstos se sumaban los polacos, los disidentes checos y los exiliados de Francia, junto a una minoría de voluntarios norteamericanos.La Luftwaffe no sólo no había logrado reducir a la RAF, sino que ésta habia salido muy reforzada y habia demostrado que seguiría plantando cara hasta el final, tal y como Churchill había prometido en su discurso.

En consecuencia, la Kriegsmarine (la flota naval nazi) no pudo asegurar que el desembarco para la invasión de Inglaterra fuera mínimante seguro como para tener probabilidades de éxito, por lo que la Luftwaffe y Goering habían fracasado en su objetivo.En junio de 1941, Hitler tenía su mirada puesta en la invasión de la Unión Soviética, por lo que ordenó el traslado de la mayor parte de los recursos aéreos de la Luftwaffe al Frente del Este (Ostfront).

Inglaterra se había salvado de la invasión nazi, y pronto contaría con los rusos como nuevos aliados : ya no estaría sola contra Hitler.

La tenacidad y entereza del pueblo británico

Resulta inevitable reconocer que hay una gran carga simbólica en el hecho de que la Batalla de Inglaterra no sólo fue ganada por la Royal Air Force, sino por la propia población británica, que demostró una gran determinación al soportar los gravísimos bombardeos y daños inflingidos por los nazis : más de 43.000 civiles murieron durante la campaña, y otros 139.000 resultaron heridos en mayor o menor medida.

El pueblo de Inglaterra venció a los nazis con su característico estoicismo y resistencia ante las dificultades. No es de extrañar que la ciudad esté hoy por hoy plagada de monumentos en memoria de los caídos y los héroes de aquellos convulsos días.Arriba, el monumento a la Batalla de Inglaterra en Londres. Abajo, el Memorial de la Batalla de Inglaterra en Kent (entre Dover y Folkstone), con forma de hélice de avión y con un piloto sentado justo en el centro, mirando hacia el mar, por donde llegaron los aviones nazis.



Para cerrar, os dejo una composición de fotos sobre la batalla, incluyendo el famoso discurso de Churchill.




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