“Never in the field of human conflict was so much owed by so many to so few” (“Nunca en el ámbito del conflicto humano tantos debieron tanto a tan pocos”)… Así resumía el carismático Primer Ministro Británico Winston Churchill la hazaña conseguida por los intrépidos pilotos de la Royal Air Force : detener la invasión nazi de Gran Bretaña en la mayor batalla aérea que se ha vivido hasta nuestros días, la Batalla de Inglaterra.

La Batalla de Inglaterra está considerada como la mayor campaña aérea de la Historia. No fue una única batalla en sí, sino una serie de incursiones o ataques masivos de la Luftwaffe sobre territorio inglés para destruir a su fuerza aérea, la RAF, con el objetivo de asegurar el paso de las tropas nazis a través del Canal de la Mancha.
Solos ante el Tercer Reich
En Julio de 1940, Alemania había conseguido virtualmente el control total del continente europeo, tras la rendición de Francia. El imparable avance de los nazis había obligado al alto mando británico a replegar y evacuar sus tropas de la British Expedionary Force (BEF) desde la playa de Dunkerque. Estas tropas habían desembarcado a finales de 1939 para lanzar una ataque conjunto y ayudar a Francia, en respuesta a la invasión de Polonia. Sin embargo, el implacable éxito de la campaña alemana en Bélgica y la maniobra de pinza magistralmente ejecutada por los generales nazis obligó a un repliegue muy acelerado de miles de tropas hacia dicha playa, dejando una cantidad inmensa de material bélico abandonado por el camino.
Esta evacuación o retirada, que a priori podría parecer una derrota, fue considerada como una victoria por los británicos, ya que habían conseguido salvar a cientos de miles de soldados experimentados que estaban totalmente acorralados en aquella playa.

La operación, conocida como Dinamo o “el milagro de Dunkerque”, no sólo pasó a la posteridad por su valor estratégico, sino por convertirse en un icono de la entereza ante la adversidad de los ingleses : aunque el grueso del rescate los realizaron los buques de la Royal Navy, lo más destacable de esta historia es que se sumaron más de 800 embarcaciones de propietarios particulares, que durante 7 días fueron usados por sus dueños o por reservistas que las”tomaron prestadas” sin previo aviso y se lanzaron al Canal de la Mancha para participar en aquél éxodo masivo de soldados.
En aquella semana, se salvaron más de 338.000 vidas de soldados ingleses, franceses y belgas, pese a las 5000 que cayeron en las playas de Dunkerque por los bombardeos nazis. Los historiadores siguen preguntándose, hoy por hoy, cómo es posible que Hitler cometiera el error de “perdonar” a los ingleses y no lanzara un ataque definitivo a gran escala contra aquellas tropas acorraladas, lo que le hubiera dado la victoria definitiva, aunque se manejan varias hipótesis. De todo ello hablaremos en la entrada sobre la magnífica película de Christopher Nolan "Dunkerque".

Sea como fuese, la situación era realmente desesperada para los ingleses, puesto que la Unión Soviética y Alemania habían firmado en agosto de 1939 el pacto de Ribbentrop-Molotov, por el que acordaron no atacarse mutuamente (y de paso repartirse el territorio de Polonia entre ambos). En estas circunstancias, Reino Unido pasaba a convertirse en la única potencia que continuaba luchando contra la Alemania nazi, y permanecería sola durante más de un año…
Así pues, Hitler y la Wehrmacht colocaron su punto de mira en las islas británicas. Pese a que el deseo y la esperanza de Hitler era que Gran Bretaña firmara la paz, la determinación de los anglosajones y, ante todo, la férrea postura del mítico primer ministro Winston Churchill de no rendirse, le llevaron a tomar la decisión de continuar la guerra contra los ingleses . Era el momento de centrar esfuerzos en la invasión y lanzar la Directiva número 16 : la Operación León Marino.
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