martes, 27 de septiembre de 2016

Bernard Montgomery : El Mariscal del Desierto (I)

La figura histórica del General Montgomery quedará siempre ligada a la guerra en el desierto, al férreo carácter británico. a la disciplina, la doctrina y al arte de la guerra en su máxima expresión. Pero también quedará íntimamente unida a su eterno rival y némesis : Erwin Rommel, el único capaz de hacerle frente y que se convirtió en su máxima obsesión.




Fue el gran héroe de Inglaterra durante la SGM para muchos,mientras que para unos pocos fue sólo un oportunista que supo aprovechar las ocasiones para ganar fama y popularidad.. pero hay algo que no puede ponerse en tela de juicio : su figura dejó huella en todos aquellos que pasaron por su vida.

Una estirpe militar que comenzó 9 siglos antes, en Normandía


Bernard Law Montgomery nació en la metropolitana Londres, el 18 de noviembre de 1887. Su padre, Henry Montgomery, eligió la vida religiosa como profesión y se ordenó sacerdote anglicano. Su madre, Maud, mucho más joven que su padre y de carácter mucho más frío y estoico, tuvo una fuerte influencia sobre él.

Casi como de una profecía se tratara, resulta muy anecdótico saber que Bernard es descendiente directo de Roger de Montgomerie, segundo al mando de Guillermo I el Conquistador, quien partió precisamente desde Normandía en el año 1067 para invadir Inglaterra. La historia se repetiría a la inversa en 1944, cuando el general Montgomery lideró junto a otros comandantes la invasión Aliada de Normadía para abrir un segundo frente contra los nazis.

Bernard fue el cuarto hijo de la familia Montgomery, por aquel entonces afincada en Londres. A los dos años de su nacimiento su padre (cuya popularidad iba en aumento) fue nombrado obispo de la Tierra de Van Diemen, o Tasmania, en el otro extremo del mundo. En este exótico país es donde “Monty” pasó su niñez con todos sus hermanos, bajo la educación de una madre exageradamente estricta y religiosa.

Un rebelde sin causa


Esta férrea educación no consiguió el efecto deseado, y el joven Bernard se convirtió en un muchacho desobediente y no demasiado disciplinado, que incumplía una y otra vez los mandatos de sus padres.

En 1901 el obispo fue destinado de nuevo a Inglaterra, lo que obligó a desplazarse de nuevo a toda la familia. Asi pues, Monty volvió con 14 años a la capital del Imperio Británico, donde continuó sus estudios en prestigiosos colegios de la zona. Sus compañeros de clase le describirían, años después,  como un muchacho introvertido y sin demasiado apego por el contacto social, pero con una determinación y entrega absoluta por todo lo que hacía, y muy seguro de sí mismo. Sentía una verdadera pasión por los deportes, un terreno en el que era extraordinariamente competitivo : no pedía cuartel, ni se lo concedía a nadie.

Fue entonces cuando decidió decantarse por la vida militar, y entró en la prestigiosa Academia Militar de Sandhurst, en la que también se formaron otros líderes como Winston Churchill.


La prestigiosa academia militar de Sanhurst

Pese a su gran aptitud y desempeño (fue nombrado cabo en poco tiempo y destacó como lider en todos los deportes que se practicaban allí) el comportamiento de Bernard era desaprobado por los mandos de la academia. Sencillamente, chocaba de lleno con los instructores. Se volvió impopular por su arrogancia y su fuerte temperamento. Para colmo, se integró en un grupo de cadetes que solía gastar bromas y novatadas realmente crueles a los nuevos reclutas… en una ocasión, la novatada salió mal y el cadete en cuestión acabó en el hospital con quemaduras graves en el cuerpo..  lo cual provocó que estuviera a punto de ser expulsado de la academia.

Quizá el detonante que le hizo sentar la cabeza fue su exclusión para el nombramiento de sargentos : cuando se enteró de que no había sido incluido en el grupo de promocionados, arrancó sus galones de cabo y los arrojó al fuego, quedando degradado a simple cadete…


Nace el gran militar


Desde ese mismo momento, el indomable joven centra toda su atención y esfuerzo en conseguir un único objetivo : forjarse un futuro en la vida militar. Terminó graduándose con la calificación de sobresaliente en Sandhurst.

A partir de ahí fue destinado a la India, y desde el primer momento centró toda su capacidad en el perfeccionamiento de la técnica militar.Se dedicó con total fascinación al aprendizaje de todos los detalles del armamento ligero, el tiro y las maniobras. Invertía su tiempo libre y los permisos en la instrucción de grupos de cadetes.



Su estancia en la India le ayudó a encontrar el equilibrio que necesitaba, y a centrarse. Aprendió el indostaní y los dialectos locales a la perfección y hablaba a las tropas hindúes en su idioma. No tenía interés en la “vida social”, tampoco en la mujeres… no puede decirse que fuera misógeno ni que no se sintiera atraído por ellas… simplemente, en aquel momento no estaba interesado en nada que no fuera lo castrense.

Peshawar y Bombay fueron los exóticos destinos en los que fue subiendo peldaños : teniente segundo en 1908 y teniente en 1910. Volvió a Inglaterra en 1913, y permaneció alli hasta que estalló la Gran Guerra.

Tropas británicas al asalto en la Batalla del Somme

Condecorado en la Primera Guerra Mundial


Ya con el rango de teniente, embarcó en el puerto de Southampton con la 10ª Brigada, camino de Francia. Entro en acción justo cuando su regimiento se encontraba en plena retirada de la batalla de Mons. Luchó con el batallón de Warwick en la batalla del Marne hasta que se frenó el avance de los alemanes y se estabilizó el frente.

El pueblo de Meteren sería testigo del peor día de su vida. En la mañana del 31 de octubre de 1914, tras un asalto fallido de su pelotón debido al intenso fuego enemigo, se encontraba reorganizando a sus hombres para retomar la ofensiva cuando fue alcanzado por un francotirador alemán : la bala le entró por la espalda y le atravesó el lado izquierdo del pecho.

Montgomery durante la Primera Guerra Mundial (dcha)

El destino quiso que un sargento, que corría con un vendaje para socorrerle y taponar su herida, fuera alcanzado en la cabeza y cayera fulminado encima de Montgomery, que usó su cuerpo (ya inerte) como parapeto. Minutos después volvió a ser herido en la rodilla, pero se mantuvo consciente y ordenó al resto del pelotón que se quedaran a cubierto y no se movieran de sus posiciones.

Permaneció allí por mas de tres horas, medio ahogado por la intensa lluvia y el peso del soldado muerto, con el acoso continuo de las balas alemanas. Tenía una herida grave en el pulmón izquierdo, y la vida se le iba por momentos.

Un francotirador alemán como el que disparó a Monty en la PGM

Cuando por fin cayó la noche y sus compañeros pudieron rescatarle, se encontraba ya agonizando. Tanto era así que, en el puesto de socorro,y en medio del fuego enemigo, ya casi no podía moverse y escuchó como daban la orden de que cavaran una fosa para enterrarle. Extenuado, levantó la mano para que vieran que seguía vivo, y el doctor del pelotón decidió darle una oportunidad.

Despertó en un hospital de Inglaterra, tras varios días de inconsciencia. Por los méritos en la batalla fue ascendido a capitán y recibió la Orden de los Servicios Distinguidos.Se recuperó definitivamente de sus graves heridas en 1915 (aunque las molestias del pulmón ya no desaparecerían nunca) y trabajó como instructor para la ingente cantidad de soldados que se necesitaban para la guerra.

Volvió al frente en 1916, y fue ascendido a teniente coronel en 1918.


Periodo de entreguerras : etapa de perfeccionamiento y felicidad


Tras la guerra, ya en un contexto de periodo de paz,  fue destinado a Cork, Irlanda,  para sofocar la rebelión del Sinn Fein contra el gobierno británico. Durante la Guerra Civil Irlandesa, demostró su mano dura al no vacilar en perseguir y eliminar a los dirigentes rebeldes.


Una barricada montada por los rebeldes, durante los combates callejeros de la Guerra Civil Irlandesa.

En 1923, con 36 años ya, fue destinado a la 49ª division de Yorkshire, donde comenzó a impartir clases de táctica militar.Fue aquí donde Montgomery, tras su experiencia en la Primera Guerra Mundial, comenzó a difundir su propia doctrina de la estrategia militar (como ya harían muchos otros mandos veteranos de otros países que habían tomado parte en la conflagración).

Quedaba claro que el tipo de guerra que se había desarrollado entre 1914 y 1918 le otorgaba un valor insignificante al soldado. Todos los frentes de la Gran Guerra se basaban en una estrategia repetitiva centrada en el bombardeo masivo y sistemático, seguida del asalto de miles de soldados que no tenían la más mínima protección frente a las ráfagas de ametralladoras. La secuencia se repetía una y otra vez hasta que el bando enemigo se quedaba literalmente sin recursos, extenuado.



Para Montgomery, sin embargo, la lección aprendida estaba clara : el soldado no podía ser una mera “carne de cañón”, sin entrenamiento y lanzada en masa a la carrera para tomar una posición por la fuerza bruta. Era esencial el entrenamiento y la instrucción del soldado, como primera unidad militar. El soldado debía saber, en todo momento, cual era su objetivo, su función dentro del todo y las debilidades y fortalezas del enemigo.

La preparación minuciosa de cada ataque era fundamental, según Montgomery. En los nuevos teatros de operaciones, se imponía la necesidad de preparar planes para distraer y engañar al enemigo. La estrategia ya no podía basarse en un ataque frontal, una táctica que había causado la muerte de miles de soldados en el frente y por la que él había criticado duramente a muchos altos mandos durante la Gran Guerra (otro de los motivos por los que estuvo a punto de arruinar su carrera militar). Los ataques en la próxima guerra, ejecutados ahora por columnas de soldados bien entrenados y muy móviles, debían hacerse por el flanco, penetrando en las lineas enemigas en forma de pinza, por su retaguardia.

Ciertamente su doctrina estaba rompiendo con las anquilosadas técnicas del Ejército y estableciendo las bases para una guerra mucho más moderna… técnicas que otros ejércitos (como el alemán) habían aprendido también de su experiencia  y estaban desarrollando de una manera aún más agresiva (como demostraría posteriormente el éxito de la Blitzkrieg).

Entrenamiento con bayoneta ingleses

Por fin, en 1925, a los 38 años de edad, decidió que (ya por fin) era hora de casarse y dejar el celibato al que se había sometido durante tantos años. En contraste con su idea de que una mujer supondría un obstáculo para su carrera, de repente sintió la necesidad de formar una familia (a pesar de que algunos argumentaron que su interés repentino se debía a que era consciente de que un hombre soltero no podía llegar a las altas esferas del Ejército).

La afortunada fue Betty Carver, viuda de un militar que había muerto en la  catastrófica ofensiva de Gallipoli y a cuyos dos hijos estaba entrenando Bernard en varios deportes a los que eran aficionados.

Los biógrafos de Montgomery relatan que este fue un punto crucial en la vida del militar, quien por fin había encontrado a una persona de la que realmente estaba enamorado,  que lo complementaba y le ayudaba a encontrar la “paz interior” que necesitaba. En 1927 la pareja se casó y se estableció en Camberley, alcanzando la plena felicidad con el nacimiento de su único hijo en 1928, al que pusieron el nombre de David.

Ahora como comandante, le fue asignada la tarea de actualizar el Manual de Instrucción del Arma de Infantería, una oportunidad sencillamente excelente para exponer sus nuevas tácticas.

En 1930 es destinado a Palestina, en medio de la escalada de tensión que comenzaba ya a brotar entre árabes y judíos. En este contexto bíblico donde el recién ascendido teniente coronel vive los mejores momentos de su vida, entre las colinas y los muros de Jerusalén, con su familia y su agenda diaria ajustada minuto a minuto, algo en lo que Montgomery era exacerbadamente riguroso : le obsesionaba controlar el tiempo dedicado a cada tarea y ejecutarlas en el orden establecido… una cualidad que, a la larga, sus aliados americanos llegarían a detestar…

Tropas británicas en la Torre de David, Jerusalén

A Palestina le siguió un largo periodo destinado en Alejandría, que culminó después de varios años con su ascenso a coronel y su nombramiento como profesor de la Academia Militar de Quetta, en la India, a lo que en 1937 le siguió el ascenso a general y el mando de la 9ª Brigada de Infantería

Podría decirse que su felicidad en aquel entonces era completa: tenía todo lo que quería, había formado una familia y había llegado al “olimpo” en términos castrenses, haciendo lo que realmente le gustaba, la instruccíon militar.

Sin embargo, la vida le reservaba a Monty un terrible golpe del que no se recuperaría ya para el resto de su vida: su mujer, Betty, disfrutaba de un día de descanso en la playa cuando fue picada en la pierna por un insecto venenoso. La infección que le provocó se extendió rápidamente y los médicos decidieron amputarle la pierna… pero nada pudo evitar que sufriera una septicemia que acabó rápidamente con su vida. Murió en los brazos de su marido mientras éste le recitaba un salmo de la Biblia.

Este duro y repentino golpe devolvió de nuevoa Montgomery a su mundo de soledad y aislamiento social,  y solo a través de su entrega absoluta al mundo militar consiguió evadirse de la profunda tristeza en la que se hallaba sumido. Fueron, probablemente, los meses más duros del futuro Mariscal.

El destino, sin embargo, estaba a punto de darle la oportunidad de escribir su nombre con letras mayúsculas en la Historia…






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