Volvemos a la carga en el blog ,en esta ocasión con la versión más reciente de ‘Stalingrado’, la de 2013, de la que os puedo adelantar sin ningún tipo de reparo que no hace la más mínima sombra a la versión homónima alemana de 1993, de la que también hablaremos más adelante y cuyo único nexo de conexión con esta cinta rusa es que en ambas participa el convincente Thomas Kretchmann. Pero vayamos por partes, porque no todo es malo en esta película.
Si hay alguna razón que me invite vagamente a recomendar esta versión es su estética, y no me refiero únicamente a los efectos visuales, bastante logrados bajo mi punto de vista, sino por la estupenda fotografía y el ambiente casi de cómic que ha conseguido imprimirle el director, que contó con un presupuesto de más de 4 millones de dólares y un equipo de 400 personas para recrear las calles de la emblemática ciudad de Stalingrado durante su hora más oscura, la ocupación por parte del ejército alemán en 1942.
El argumento en si no guarda ninguna trama compleja:cuenta la historia de un grupo de soldados soviéticos que trata de defender la ciudad nombrada a propósito del mismísimo Stalin , aquella en la que usó por primera vez su horrible directiva “Ni un paso atrás“, por la cual se prohibía a los soldados abandonar las ciudades ocupadas por los alemanes, incluyendo también a los civiles atrapados, buscando así obligar a los soldados soviéticos a luchar con toda su determinación, ya que no sólo defendían su ciudad sino también a sus propias familias. Tras ocupar uno de los edificios frente a la famosa fuente de los niños (que hemos podido ver en otras películas similares como ‘Enemigo a las puertas’), el variopinto grupo de soldados compuesto por exploradores, artilleros e incluso marineros de la Flota Roja descubre a una muchacha que, tras pasar tremendas penurias, se resiste a abandonar su ya casi destruida casa, convencida que no le queda a donde ir.
Con el trasfondo de la batalla más sangrienta de la Historia, el guionista no se molesta en contarnos nada más, simplemente la supervivencia de estos soldados y su determinación para salvar a la chica. No hay tramas adicionales, ni tampoco flashbacks de los protagonistas hablando de su vida… Y la verdad es que lo he llegado a agradecer porque, en algún momento puntual de la película, una simple frase del tipo ‘me llamo Grigori y nací en una cabaña de los Urales’ me hubiera valido como pretexto suficiente para apagar la tele…
Como ya adelantaba, la parte técnica y visual son las que merecen la pena en la película. Y es que al margen de un par de secuencias al más puro estilo ‘Matrix’ y que bajo mi punto de vista están exageradas y sobran del todo, el resto de escenas de acción están muy logradas. Mención especial a las escenas de los rusos siendo atacados por los Stukas en el Volga, algunas escaramuzas en el edificio ocupado y la carga de los Panzers (que en realidad son T-34’s rusos magistralmente tuneados por los especialistas, ciertamente no se aprecian las diferencias a simple vista). Se abusa bastante de la cámara lenta en ocasiones, confiriéndole esa dinámica de vídeoclip a la película que ya se presagia cuando ves el tráiler, pero hasta cierto punto he llegado a tener la sensación que el director ha querido imitar deliberadamente el ritmo y la estética de ‘300’, solo que cambiando la batalla de las Termópilas por la de Stalingrado. Juzgad vosotros mismos viendo ambas en un corto espacio de tiempo.
Aún así, insisto, la película es visualmente atractiva y además recrea el escenario de la batalla con un detalle realmente estupendo. Lo mismo ocurre con el equipamiento y los uniformes de ambos bandos, muy logrados. Se nota que el director ha contado con asesoramiento, ya que no he detectado ningún anacronismo , es decir, no he visto ningún arma, vehículo o uniforme que no correspondiera a los meses en los que se desarrolla la trama, lo cual también es de agradecer. Siendo rigurosos, quizá, cabría destacar que, tal y como afirman en ciertos foros, los Panzer IV no llevaban en esos meses todavía las protecciones laterales o faldones (llamados Schürzen en alemán) que lucen en la película, pero creo que es pasable. Su objetivo, por cierto, era evitar en la medida de lo posible los mortales impactos laterales de los fusiles antitanques soviéticos o los bazookas americanos.
Teniendo presente que se trata de una pelicula rusa, y con los tiempos que corren con esa forma de nacionalismo promovido por el señor Putin, es más que evidente la imagen que se da de los alemanes, los cuales, por supuesto, aparecen como auténticas bestias (si bien es cierto que en Stalingrado se cebaron mucho mas que en cualquier otra zona). Lo que si me ha sorprendido para bien es que los rusos también hacen gala de esa brutalidad, no dudando incluso en matar a alguno de sus compañeros cuando contradicen las órdenes o incluso a algún civil desertor.
Respecto a la interpretación, podemos afirmar rotundamente que es bastante floja, los protagonistas cumplen con su cometido pero la sensación que me transmiten es que están en una obra de teatro de instituto, y la verdad es que tampoco les ayuda en absoluto la poca profundidad de sus papeles. El único que sobresale, como ya adelantaba al principio, es el veterano Thomas Kretchmann, al que ya tuve la oportunidad de conocer en las geniales ‘Valkiria’ y ‘El Hundimiento’ y que además es un habitual en películas de la SGM. Curiosamente también protagonizó la versión alemana de Stalingrado de 1993.
La banda sonora es aceptable, consigue acompañar las escenas de acción y las propias de suspense, no destaca pero tampoco desentona. Cabe mencionar también el hecho de que la película fue rodada en su totalidad en San Petersburgo, y tiene además el privilegio de ser la primera película de origen no americano filmada íntegramente en formato IMAX.
En conclusión: si no tienes nada mejor que hacer, quieres divertirte un rato y no la tomas como referente de los hechos históricos que relata, puedes arriesgarte a verla. Para referentes, por supuesto, recomendaría la versión del 93 o incluso, salvando las libertades que se toma, hasta ‘Enemigo a las Puertas’.
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